sábado, 4 de febrero de 2017

3:30 am

Me hacía sentir a salvo, incluso cuando sentía que me perdía a mí misma.
Podía tranquilizarme tan solo con una caricia.
Sabía cómo hacerme reír cada vez que lloraba.
Me quería cuando yo no podía.
Era todo lo que buscaba, y lo perdí por no saber encontrarlo.
Ahora estoy un poco rota y no sé cómo arreglarme si su risa no es el pegamento de mis heridas

En fin, hay que saber cuidar a esas personas que hacen que nos brillen los ojos y que nos duelan las mejillas de tanto reír, porque un día se van de nuestra vida y sentimos que no hemos aprovechado el tiempo y que nos han faltado abrazos por dar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario