Pero llega un día y empiezas a pensar en todos los momentos buenos que has vivido y te das cuenta de que esa persona está en casi todos ellos, alguien que al principio no sabía encajarte bien y ahora no podrías dar un paso si no vas de su mano.
Lo importante en la vida es dar las gracias de verdad, querer mucho (y bien) y guardar los pequeños detalles para recordar que nunca estás solo, que estás rodeado de gente que te escucha (porque te quiere escuchar) y que lo que piensas que no le interesa a nadie a ellos sí.
Pasamos el tiempo intentando curar relaciones que están casi muertas y no nos enteramos de que nos tenemos que quedar con quien nos hace reír a carcajadas y quien nos abraza porque sí; nos tenemos que quedar con quien nos quiere ver, aunque sean cinco minutos y a quien no le importa si tienes un mal día, seguirá ahí hasta que salga el sol.
Yo vivo por esas amistades que florecen y no se marchitan porque se cuidan y se quieren.
Hay personas que son vida, que son luz y que son magia y además nos lo transmiten a nosotros y hacen que el tiempo pase rápido. Hay personas que son casa, a la que siempre podemos acudir cuando todo se tuerza y lo bonito es que siempre podrán acudir a nosotros de la misma forma.
Yo hoy doy las gracias a mis amigas, las que me han visto llorar por tonterías y se han preocupado como si fuera un mundo, las que me han aguantado cuando he sido pesada y cuando he estado borracha. Las únicas personas en el mundo con quien puedo ser yo misma siempre sin avergonzarme de nada. Gracias por estar ahí. Gracias por las charlas interminables y por los silencios cómodos, gracias por hacerme reír con cualquier cosa y sobre todo gracias por ser vosotras; probablemente nunca conozca a unas personas tan maravillosas jamás. Os adoro con cada pedacito de mí.
Yo hoy doy las gracias a mis amigas, las que me han visto llorar por tonterías y se han preocupado como si fuera un mundo, las que me han aguantado cuando he sido pesada y cuando he estado borracha. Las únicas personas en el mundo con quien puedo ser yo misma siempre sin avergonzarme de nada. Gracias por estar ahí. Gracias por las charlas interminables y por los silencios cómodos, gracias por hacerme reír con cualquier cosa y sobre todo gracias por ser vosotras; probablemente nunca conozca a unas personas tan maravillosas jamás. Os adoro con cada pedacito de mí.
Ana, Miriam y Andrea está claro que sois mi suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario